29 dic 2022

Insomnio

La gravedad de sus palabras finales
me ahogaron en la indecencia mental.
Era un enajenado antes de conocerla,
pero fue ese punto final (y la posterior culpa)
la confirmación, la resolución oficial.

El lienzo echado a perder tras ¿cinco, siete? 
¿cuántos fueron? Trazos de inspiración, de color, 
de dolor que amalgamaron resentimiento,
arrepentimiento: cuadro infértil, quieto, azul.

He vuelto a esa instantánea fotográfica,
a ese puñal oxidado, contaminante,
porque el eco de esos (sus) versos definitivos
volvieron para quedarse y atormentarme.

Eye

¡Esto! que nunca fue mío,
que le perteneció a todos 
(por señalamiento, por inquina),
está perdiendo su luz ¿tuvo alguna?
y yo me pierdo con ella.

Las imágenes distorsionadas que, asumo,
son recuerdos, quedan en un limbo-panorama,
y dentro me hallo: deambulándolo.

Aunque tema confesar por anticipado
que una parte de mí se apaga,
otra despierta: el vacío físico ahora conjuga...
¡con el emocional!